Misiones, Tuesday 13 de December de 2016

(Por Fernando Santacruz *) En los últimos años la palabra “populismo” ha cobrado un singular protagonismo en el debate público de nuestro país. Cabe precisar que la definición de este concepto tan controvertido, no es unánime en el campo de las ciencias sociales, y por ese motivo algunos politólogos le dan un sentido negativo, otros uno positivo, y algunos le dan un sentido “neutro” meramente descriptivo. Personalmente creo que el concepto populismo describe un aspecto negativo en las sociedades. Pero ¿qué es el populismo?; y ¿porque muchos pensamos que tenemos el desafío de dejar atrás su influencia?

Pasemos a definir el populismo tanto en su sentido económico como en su sentido político. El populismo aplicado a las políticas económicas como bien lo define Martin Lousteau es "la subordinación permanente del largo plazo al corto plazo", traducido a nuestra realidad, es la incapacidad de generar un desarrollo sostenible de la economía que permita al Sector Público salir de los déficits fiscales permanentes, a veces financiados con emisión monetaria (ergo inflación) como durante los últimos años del kirchnerismo, y a veces financiados con deuda externa como los últimos años de la convertibilidad. El drama de vivir gastando siempre por encima de nuestras posibilidades nunca tiene un final feliz: llega un momento donde el ajuste es inevitable, y como nunca es simpático reducir el gasto, recurrimos siempre a la devaluación de nuestra moneda. Un dato para entender nuestro populismo económico: entre 1961 y el 2016, la Argentina tuvo déficit fiscal durante el 93% del periodo, según estudio de la Consultora Economía y Regiones.

Pero los argentinos no solo vivimos bajo los encantos del populismo económico, sino también del populismo político, entendido este como la voluntad del gobernante de turno de concentrar poder anulando las instituciones republicanas, que lo lleva a confundir los intereses públicos con sus intereses personales, y a querer perpetuarse en el poder a través de reelecciones indefinidas, acciones que siempre se realizan en nombre del pueblo, y en contra de presuntos sectores “antipopulares” en una lógica amigo-enemigo. Las prácticas populistas en Argentina también terminaron siempre mal: corrupción y falta de control del gasto público, división social, minorías gobernantes enriquecidas, y falta de independencia judicial. Las prácticas políticas populistas se han extendido no solo en los poderes ejecutivos nacionales y provinciales, sino también en los gremios y en un sinfín de instituciones públicas donde las normas se aplican siempre en beneficio de quienes detentan el poder y de sus allegados.

Está claro que vivir bajo el populismo no nos puede conducir a buen puerto. El desafío de salir del populismo económico requiere esfuerzos, y para no salir con paliativos coyunturales como el “ajuste fiscal” o la devaluación”, necesitamos de un sector privado fortalecido, que genere empleos y la riqueza suficiente para sostener un Estado de Bienestar que pueda seguir garantizando políticas que son orgullo de los argentinos, como la salud y la educación pública. El desafío de salir del populismo político tampoco es tarea sencilla, se necesita que empiecen a funcionar correctamente las instituciones republicanas que pongan límites y controles al poder de turno, y que terminen con las arbitrariedades de quienes ejercen el poder, que además de afectar las libertades individuales y la igualdad ante la ley, terminan afectando la estabilidad necesaria para el desarrollo económico.

Las señales que ha dado el nuevo gobierno de Cambiemos a un año de su asunción apuntan a superar estos desafíos, con medidas que pretenden fortalecer las instituciones, como el fin de las reelecciones indefinidas, la devolución de recursos a las provincias, la reforma política que iguale electoralmente al oficialismo y a la oposición, y el respeto hacia el funcionamiento independiente del Poder Judicial y del Congreso. El éxito de estos intentos por fortalecer las instituciones republicanas para salir del populismo político dependerá del éxito de la política económica, que se propuso lograr el equilibrio fiscal para el año 2019. Este camino tampoco será sencillo, ya que para evitar recortes del gasto público se recurrió a una política de endeudamiento externo que no será sostenible en el mediano plazo sino aparecen pronto otras fuentes de financiamiento. Por ese motivo, el rebrote del sector privado a partir de actividades productivas que dinamicen la economía, generen empleos y brinden los recursos para el sostenimiento del Estado, será fundamental para el éxito del plan económico del actual gobierno. 

Como todo desafío, nada está libre de obstáculos. El desafío de salir del populismo económico y político en nuestro país, tiene un final abierto….

* Licenciado en Relaciones Internacionales UNR. Analista Político. Escrito el 10 de Diciembre de 2016.