Misiones, Wednesday 31 de January de 2018

Hay un aspecto claro, coherente e indiscutible de la trayectoria política de un gran líder como Lula: hijo de padres humildes, se forjo con mucho esfuerzo desde “abajo”,  lideró con éxito desde la década del 70 su sindicato de metalúrgicos, creó un partido, el PT, que representó y representa a la clase trabajadora, llegó a la presidencia y sus políticas económicas (acompañadas por un buen contexto externo y sin una pesada herencia de FHC) tuvieron muchos logros: el principal, reducir las cifras de pobreza de millones de brasileños. Por todo ello, Lula es un legítimo representante de gran parte de la población de su país, y un indiscutido y ya mítico referente de la izquierda y centro izquierda latinoamericana y global.

Ahora bien, más allá de la ideología de Lula que siempre fue la misma y tuvo los mismos fines (obtener beneficios para las clases trabajadoras de su país), sus prácticas políticas no fueron unívocas, y por ese motivo podemos vislumbrar a dos Lulas: uno republicano y otro populista.

El Lula republicano es aquel que durante su presidencia respetó las normas de su constitución, y que a través de triunfos en elecciones y de mayorías legislativas fue introduciendo mejoras para la población de su país. El Lula republicano es aquel que a pesar de las diferencias ideológicas, durante su presidencia supo convivir en una democracia pluralista con sus adversarios políticos. El Lula republicano es aquel que a pesar de terminar su segundo mandato con un 80% de imagen positiva, se resistió a las ofertas de modificar la constitución para ser reelegido indefinidamente. Ese gesto sintetiza el espíritu republicano, de poner a la ley por encima de los intereses personales y sectoriales.

Por el contrario, el Lula populista es aquel que con discursos sectarios en sus primeras campañas electorales, solamente lograba representar a un minoritario sector de la clase trabajadora, y parecía amenazar con su radicalización, además de la estabilidad económica, a instituciones clave de la Republica, como la democracia representativa y la división de poderes. El Lula populista es aquel que tuvo bajo su gobierno (por conocimiento o ignorancia), una de las tramas de corrupción y sobornos más grande de la historia latinoamericana. El Lula populista es aquel que, tras resignar la reelección indefinida, no se habría retirado del todo, sino que había dejado a un “delfín obediente” para no perder “la manija” del poder y después volver a ocupar la presidencia. El Lula populista es aquel que ve en un fallo de un poder independiente de la Republica, una conspiración “golpista y oligárquica” en su contra, debido a todo “lo bueno” que hizo “por el pueblo”.

El republicanismo implica, entre muchas otras cosas 1)- exigir la igualdad ante la ley y la justicia, y evitar los privilegios; 2)- respetar la división de poderes, las leyes y la constitución, y modificar democráticamente estas dos últimas, en caso de no estar de acuerdo; 3)- convivir pacíficamente en una democracia pluralista con el que piensa distinto;  4)-gobernar para el bien común sin obtener beneficios personales materiales, es decir, sin corrupción; y 5)- promover la alternancia en el gobierno y las instituciones intermedias, para evitar la concentración del poder en una sola persona.

Por el contrario el populismo implica: 1)-proclamar la igualdad ante la ley y la justicia, pero con ciertos privilegios para mí, mis familiares y mis amigos políticos; 2)-vulnerar o reinterpretar a mi antojo las normas, la constitución y la división de poderes; 2b)- cambiar leyes trabajosamente consensuadas con la oposición, con mayorías circunstanciales: 3)- acusar al que piensa distinto de ser “enemigo del pueblo”; 4)-proclamar gobernar para el bien común, pero a costa de acceder a beneficios personales (dinero, bienes, ect.) a través de la corrupción; y 5)- apelar a las reelecciones indefinidas, o lo que es casi lo mismo: construir proyectos políticos que solamente pueden ser liderados por una persona.

 

El mítico y gran líder de izquierda, que con sus políticas económicas y sociales sacó a millones de personas de la pobreza, tuvo en su larga trayectoria política, momentos de republicanismo, y momentos de populismo. En otras palabras, a veces se pareció más a Mujica, y a veces más a Chávez. No hace falta agregar que si tuviéramos que elegir defender a algunas de las dos facetas de Lula, muchos elegiríamos al republicano.