Internacional, Sunday 21 de July de 2019

Tras ser encontrados se encerraron en el vehículo y la policía tuvo que usar una palanca para poder abrirlo y detenerlos

Para poder conducir en la mayoría de Australia hay que tener, al menos 17 años. Sin embargo, 4 niños de entre 10 y 14 años han violado multitud de leyes, entre ellas varias de tráfico, para llevar a cabo la aventura de su vida: un viaje de 900 kilómetros en solitario a bordo de un coche robado para, posiblemente, ir a pescar.

Todo comienza la noche del sábado 13 cuando tres chicos y una chica, de diferentes familias, roban un todoterreno que pertenece a uno de sus padres. Cargan sus cañas de pescar y salen de Gracemere, una pequeña ciudad de 8.000 habitantes del estado de Queensland. Uno de los chicos dejó una nota a sus padres explicándoles que se iba.

A primera hora del domingo el empleado de una gasolinera llamó a la policía porque unos niños se habían detenido en su estación de servicio, habían llenado el depósito y se habían ido sin pagar. El empleado explicó al Daily Telegraph que la cámara de seguridad los grabó entrando en el surtidor como un vehículo más, pero que el niño era "realmente bajo, apenas alcanzaba la ventanilla".

 

No querían salir

Tras robar combustible la policía inició su persecución, aunque después la abandonó al tener serias sospechas sobre la edad de los ocupantes del coche. Horas después, el coche fue visto en Glenn Innes y, finalmente, en Grafton, en el estado de Nueva Gales del Sur, más de 900 kilómetros al sur de donde habían partido.

El inspector Darren Williams explicó a la televisión australiana que, cuando dieron con ellos, “los niños se encerraron en el coche y la policía tuvo que utilizar una palanca para abrir el vehículo y detenerlos”. Se cree que se fueron turnando al volante, ya que un viaje entre Grafton y Gracemere dura unas diez horas y ellos lo hicieron en poco tiempo más.

 

La policía detuvo la persecución al no estar seguros de la edad de los ocupantes del vehículo

La policía no ha interrogado a los niños hasta que no estén junto a sus padres, aunque no descartan ninguna hipótesis. El hecho de que se llevaran las cañas de pescar les lleva a pensar que querían llevar a cabo una aventura, aunque todas las posibilidades están abiertas. Aún no saben de qué delitos serán acusados los menores.