Nacional, Sunday 29 de March de 2020

Se especula con que Argentina no tiene suficientes camas para internados graves. Como tampoco la cantidad mínima de enfermeros.

Las medidas extremas que comenzó a implementar el gobierno de Alberto Fernández para amortiguar la llegada del coronavirus tienden fundamentalmente a evitar el colapso del sistema sanitario. Por ahora, se asegura que la fase es la de contención, porque no se detectaron contagios por circulación local, pero la inminente llegada de las bajas temperaturas promete agravar la situación, si es que no resultan las acciones de aislamiento preventivo. 

La administración de datos es esencial para elaborar las proyecciones y, en este caso, asumir sacrificios con la esperanza de torcer el rumbo. Por ejemplo, según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, según sus siglas en inglés), que filtró The New York Times, “entre 2,4 y 21 millones” de estadounidenses podrían requerir hospitalización por el Covid-19 y esa demanda “podría aplastar el sistema médico porque solamente cuenta con “alrededor de 925.000 camas de hospital con personal”. Y peor aún, el estudio advierte que “menos de una décima parte son para personas con enfermedades críticas”.

Esa ecuación es, en gran parte, la que explica el pánico generalizado en el mundo. En la Argentina, el Gobierno también maneja con total reserva los datos sobre los recursos para actuar frente a una crisis de dimensiones similares a las Italia, España y al resto de los países de Europa, que se transformaron en el nuevo epicentro del Covid-19.

“La situación es muy dinámica”, dicen para justificar la reticencia. Sucede además, según explican los expertos, que la información sobre el sistema sanitario no está centralizada, por la convivencia de servicios públicos y privados, está desactualizada o directamente brilla por su ausencia. 

Pero existen algunas referencias elementales que permitirían proyectar el escenario futuro y las falencias domésticas frente a la pandemia. A saber, el grupo de riesgo lo integran fundamentalmente las personas mayores de 65 años (además de quienes padezcan ciertas enfermedades de base) y el ya desactualizado censo 2010 (Indec) reveló que ese universo representa a más del 10% de la población (unos 4 millones). Pero estimaciones que el Banco Mundial realizó en 2018, indican que el porcentaje asciende a 36%. Las mismas proyecciones concluyeron que se trata de un nivel similar al de Italia.

El otro dato básico a contemplar es el de la cantidad de camas hospitalarias. La Organización Mundial de la Salud informó que, en la Argentina, en 2014, había 50 por cada 10.000 habitantes. Y las camas disponibles para terapia intensiva serían alrededor de 8.500 (contabilizando las disponibles en el sector público y en el privado), tal como lo indicaron sanitaristas consultados por este medio. 

 “El problema que tenemos es que entre el 15 y el 20% de los pacientes enfermos con coronavirus requieren de terapia intensiva y si en la Argentina se enferman todos juntos, no nos van a alcanzar los recursos”, calculó Edgardo Knopoff, médico y docente especializado en salud pública, para tratar de describir la situación local. 

Por ello, los guarismos justifican las disposiciones de emergencia con las que la Casa Rosada trata de forzar el aislamiento social, mientras se trabaja para agilizar la reacción en el sistema de salud, resguardar al personal y ampliar los recursos disponibles. 

 “Es cierto que vamos a estar más complicados cuando haya frío porque empieza a aparecer la gripe y la bronquiolitis en chicos, las infecciones respiratorias agudas que complican tanto el diagnóstico como la salud de la gente. Lo que se busca ahora es tratar de tomar las medidas lo más temprano posible para evitar lo que le pasó a Europa. Se supone que, si nosotros logramos cortar la circulación viral en este momento, los modelos matemáticos y teóricos indican que vamos a tener en lugar de una curva con un pico alto, una curva más plana”, agregó Knopoff.

Incluso existe otro factor que promete ser perjudicial para el combate efectivo contra el Covid-19 y que tiene que ver con el bajo nivel de enfermeros, cuyo rol es determinante en el frente de batalla. Los datos de la Red de Registros Profesionales de la Salud revelan que en 2016 había 192.829 de esos profesionales.

 “Un elemento básico de un sistema de salud es la enfermería. La OMS dice que el número mínimo de enfermeros para cada 10.000 habitantes tiene que ser 4. Y en la Argentina tenemos 3.8 y cuando se lo analiza se observa que hay 11% de licenciadas, 40% de enfermeras y 49% de auxiliares, entonces ya estoy llamando enfermera a quien no lo es. España tiene 40 enfermeras por cada 10.000 habitantes; Italia tiene 50; Inglaterra tiene 100. ¿Quién tiene 4 por cada 10.000? Haití, República Dominicana y Honduras”, describió el reconocido sanitarista Ignacio Katz, redactor de libros como “La salud que no tenemos”.  

Así las cosas, la mayor certeza es que la pandemia se instalará en el país, aunque su impacto esté sujeto a las responsabilidades individuales para minimizar los contagios, y a que hay que prepararse para atravesar una tormenta porque, aunque se obtenga una vacuna, no estará a disposición de manera masiva en el corto plazo. El éxito de los esfuerzos  permitirá ganar margen para atender las necesidades más urgentes y asistir a los más expuestos.

 “El sistema sanitario local está en condiciones, en este momento, de dar respuestas. Los defectos que tiene no obstaculizan la respuesta, porque tenemos un sistema público, uno privado de obras sociales, uno de la seguridad social y uno privado-privado, que es el tipo que mete la mano en el bolsillo y paga el médico. Esos cuatro sistemas dan respuestas, no coordinadas, pero en la suma pueden dar respuestas”, aclaró Miguel Pujol, director de la Maestría en Gestión y Economía de la Salud.

Los desafíos que supone la propagación del virus, en el caso de la Argentina, van más allá de lo tangible. Las incompatibilidades del sistema, para Katz, nos transforman en “ciegos” tratando de descifrar cuál es el enemigo que nos ataca.

 “Dónde está el órgano que maneja esta guerra, dónde está el tablero de comando”, cuestionó tras recordar que en los últimos días hubo medidas no coordinadas, diagnósticos contradictorios (muchos test que se realizaban en las provincias no coincidían con las conclusiones del Instituto Malbrán). En la misma línea, Pujol agregó que actualmente “la salud no es un sistema sino simplemente un sector, porque un sistema es un conjunto organizado de partes que funcionan como un todo, cosa que en la Argentina no existe”.

Esa falta de coordinación y la ausencia de una rectoría unificada para establecer un rumbo único, con líneas de acción y prioridades, emerge como uno de los grandes problemas ante la ya declarada guerra contra el coronavirus. Al respecto, Pujol recordó que las provincias conservan las facultades no delegadas en la Nación y consideró que ese esquema expone “el desconocimiento de la administración de la salud”. 

Como todas las crisis, esta también incluye oportunidades y seguramente la principal será la de adecuar, de manera forzada, el paradigma sanitario a las particularidades que impone un mundo globalizado, donde un virus que se desata en una zona remota de China necesita apenas días para transformarse en una temida pandemia que jaquea a la economía mundial.

Fuente:Clarin