Nacional, Monday 13 de September de 2021

¿Podrá el oficialismo recomponerse de acá a noviembre, repitiendo el logro de Macri de dos años atrás? Por como viene haciendo las cosas, y por la complejidad de su interna, parece difícil el camino de la recuperación.

El oficialismo nacional esperaba poder retener, aunque más no fuera por estrecho margen, la preeminencia en su terruño, el conurbano y también en el país. Podía decir entonces que, a diferencia de lo sucedido a muchos oficialismos en el resto del mundo durante la pandemia, la sociedad aún lo acompañaba, que la base peronista le seguía siendo fiel.

Pero perdió hasta en Quilmes, 43 a 37%, y la diferencia que Juntos le sacó en el interior provincial sepultó sus esperanzas: quedó debajo de la principal oposición, pese a la división del voto opositor, por alrededor de 5 puntos. Cayó además en 17 provincias. Y sumó apenas 31% de los votos en todo el país, la peor elección del peronismo unido en su historia, frente a alrededor de 40% de JxC.

Respecto al resultado de dos años atrás, el vuelco es fenomenal. Recordemos que entonces de los 2 millones de votos que Alberto Fernández le sacó de ventaja Macri, más de 1,5, es decir cerca del 80%, vinieron de la provincia de Buenos Aires; fue la magia de la unidad peronista, con Cristina y Massa de abanderados, y Kicillof de candidato; hoy ni esa alianza, ni la unidad del peronismo que la hace posible, ni la postulación de una candidata moderada y que intentó reflotar el “truco albertista” alcanzó. Es probable que le echen la culpa al presidente y su candidata por la derrota, pero la verdad es que Cristina fue demasiado activa en la campaña como para ahora ignorar del todo su responsabilidad.

La pregunta que cabe hacer es por qué tomó ese riesgo y jugó su protagonismo. El resultado parece malo, pero es probable que el cálculo que guió a la jefa no haya sido errado: Tolosa Paz sacó menos votos que ella en 2017 con Unidad Ciudadana, que era hasta entonces el “piso K” en la provincia; es decir que entre el “garche” y las festicholas de Olivos lograron hartar incluso a parte del voto duro k. Fue seguramente para defender ese voto que Cristina salió al ruedo. Y podría pensarse que, sin ella, tal vez al oficialismo le hubiera ido aún peor.

Ahora que el problema para el FdeT no es solo lo que perdió, sino lo que puede perder, de acá a noviembre. Estas PASO fueron como un reverso de las de 2019 también en otros aspectos, además de los números. Hubo, como entonces, un voto sorpresivo, de una porción importante de la sociedad que cambió de bando. Pero en aquella ocasión Macri lograría moderar ese vuelco, aunque no revertirlo, luego de las internas. Porque adoptó una actitud más combativa, mantuvo la unidad de comando en su coalición, y pudo convencer a parte de los votantes basculantes de que un triunfo demasiado arrollador del FdeT representaba una amenaza.

Ahora ni Alberto ni Cristina parecen estar en condiciones de hacer algo parecido. Para empezar, porque en el oficialismo nunca hubo unidad de comando, y porque el oficialismo difícilmente pueda responsabilizar a la oposición por los problemas económicos y sanitarios, si no lo logró hasta aquí. Y también porque la derrota va a agravar esos problemas en las dubitativas y debilitadas manos de un gabinete que está cuestionado desde múltiples frentes: Cristina no tiene más que empujar un poco para lograr ahora cambios que hasta ahora eran resistidos, otra mala idea de Alberto, y demasiados otros actores en el peronismo tienen facturas que pasarle a los miembros del Ejecutivo, a todos ellos. Y encima el futuro de unos cuantos de ellos no depende demasiado de la suerte electoral de esta gestión.