Goya, Thursday 21 de May de 2020

La pesada Estanciera circulaba paciente por la estructura  de hormigón, camino rutero N°12 que comunicaba los pueblos florecientes de la costa del Paraná, como el caso de Goya.

Como muchos poblados que se desarrollan a la vera de los caminos, nuestra ciudad comenzó a extenderse desde el río pero para la década del ’60 la ruta marcaba el final del desarrollo poblacional. Nos estamos haciendo referencia al camino que choca con la rotonda de acceso este y que da la bienvenida a la ciudad que acuñó en su nombre el sustitutivo de Gregoria. Hablamos de la avenida José Jacinto Rolón.
Después de la hoy avenida venían zonas muy bajas. Tanto es así que cuando Goya padeció la inundación de 1966, la gente de esas zonas de bajíos y esteros fue trasladada a la estación de trenes a vivir en vagones que estaban en las vías, porque eran altas.
Situándonos en este tiempo y espacio, la Rolón marcaba donde terminaba Goya, aunque sólo algunos ranchos y casas muy humildes habían después de ella.
La zona más alta era el actual barrio Scófano. Por ahí la Estanciera de nuestro relato salía cuando debía ir hacia las lomas de Carolina. Una gran laguna llamada Bosco era espacio de diversión de la “criaturada” del lugar.
En la segunda mitad de los ’60 la avenida fue pavimentada por primera vez. Eran tiempos en que en la esquina de Tomás Mazzanti ya estaba una Estación de Servicio YPF, concesión de Vilas & Cía. Por esa zona, el Bar que congregaba a buen número de pueblerinos era el de los Hermanos Pazo.
En el otro extremo, en la esquina con la avenida Sarmiento, don Adolfo Galarza consolidaba los cimientos de la tradicional Panadería que lleva su apellido. En relación a la edificación, ésta siempre estuvo en planta baja. Arriba estaba la fábrica de fideos.
En los días calurosos, de esos que abundan en nuestra ciudad, los campesinos que estaban “de paso” por la ciudad se proveían de las comentadas galletas que en la panadería se vendían y se cruzaban luego a la vereda de enfrente, al almacén Don Lulo para complementarlas con algo de salchichón primavera o una buena mortadela, acompañada claro del vino de la casa. En este tradicional boliche hoy se encuentra una estación de servicio.
Antes de la Cooperativa Tabacalera estaba La Simplex, una acopiadora de tabaco. De allí que el lugar sea muy concurrido por la paisanada que traía su tabaco para vender.
Las sirenas de las fábricas sonaban en la época del esplendor del tabaco, hora de salida de miles de obreros en bicicleta colmando la avenida.
La Desmotadora Algodonera ya era parte del paisaje del lugar. También famosa era la Carpintería y Herrería de Los Hermanos Medina.
La vía del ferrocarril atravesaba la avenida y era todo un atractivo cuando, cada vez menos espaciado en el tiempo, el tren llegaba hasta la estación.
A fines de los 60 empezó la construcción del gimnasio escolar por donde muchos jóvenes pasaron haciendo gimnasia o practicando deportes.
También se instaló sobre “la Rolón” el club Benjamín Matienzo,  gloria del fútbol local.  Así como en la Sarmiento, Central y en la Madariaga, Huracán. Eran esos lugares de las afueras de la ciudad.
En lo deportivo, también la avenida pasó a ser carretera del TC a principio de los ’70, con “Loqui” Bravo como dueño de casa. Se corría “La vuelta de la Mesopotamia”.
A mediados de aquella década se le puso una capa de asfalto a la vieja estructura de hormigón,  tiempos en que el transporte del ferrocarril y fluvial comenzaban a decaer, consolidándose el transporte automotor y ganando esta arteria gran circulación automotriz.
A principio de los ‘80 se hizo la circunvalación, con lo que se alivianó el tránsito en esa avenida. Habían crecido mucho para ese tiempo los barrios San Ramón, Scófano, Sarmiento y otros. Esas tierras bajas se fueron salteando con tierra, arena y escombros; haciendo de esas barriadas las más populosas de la ciudad.
Hoy, más de 50 años después se reasfalta, amplía e ilumina la avenida que une a Goya de norte a sur, sin dudas la más transitada por los goyanos.