Misiones, Tuesday 29 de September de 2020

Es una de las figuras de Mujeres de El Trece pero tiene una extensa carrera en el cable, donde se animó a saltar la grieta: de C5N pasó a TN. Perfil de una joven desenvuelta, dispersa y a gusto con una soledad que le genera “contradicciones internas”

Se compenetra con los temas, recuerda anécdotas, va atrás de ellas, retoma el diálogo. Todo el tiempo, sin perder la frescura, admite que es dispersa. Le apasiona hablar y a cualquier trama le encuentra la parte positiva, ese hilo conductor que la lleva a explorar. Así se presenta Jimena Grandinetti.

En las últimas semanas, cuando Mujeres de El Trece empezó a salir al aire, una de las conductoras que sobresalió fue ella. Se robó todas las miradas por su desfachatez y frescura para desenvolverse. Su manera de comunicar hace de ella una de las periodistas de las nuevas generaciones que tiene llegada al público de todas las edades. Con un recorrido sobre sus espaldas, disfruta de su gran momento. Además, trabaja en Arriba argentinos, el noticiero de El Trece y en TN.

Jimena, que estudió actuación, música y comunicación, comenzó a dar sus primeros pasos en radio. Más tarde trabajó en C5N y en América. En el canal de noticias tuvo un programa que se llamó GrandiNoches, que iba por la madrugada. En el canal de aire, fue parte de Los unos y los otros. El paso entre señales televisivas que están en las antípodas le trajo aparejado chocarse con la realidad política que se vive en el país.

Sin embargo, lo más fuerte es tener que explicar cada tanto que el actor Darío Grandinetti no es su papá. “Me lo preguntan todo el tiempo. De hecho tengo casi la misma edad que su hijo, que Juan, así que podría ser, pero no. A veces se confunden porque tiene una hija actriz, entonces más de una vez me pasó que pensaron de verdad que soy la hija. Siempre fue un embole porque Darío me genera mucha admiración, me parece uno de los mejores actores de la Argentina, por eso me encanta, es un halago, pero por otro ya tengo el cassette puesto y digo que no”.

—Solo los une la actuación, entonces.

—Claro, compartimos el amor por el arte, por el teatro, por la actuación. Lo loco es que no lo conozco, pero tengo una seudoamistad con Juan, el hijo. Con él siempre jodemos y decimos que somos primos. Mi verdadero papá dice que sí, que diga que soy la hija de Darío (risas). Es algo que lo empecé, no te digo a sufrir, pero que me pasó desde chica no solo cuando entré a los medios. Me pasó a los 13 años, que empecé a estudiar comedia musical, en la escuela de Valeria Lynch. El examen final, una especie de audición para pasar de año, lo tomaba Valeria con Miguel Habud y claro, cuando me conoció me preguntó si era la hija de Darío. Ahí me lo dijeron por primera vez y ahí empezó el chiste familiar: que diga que sí.

—¿Hubo más confusiones?

—Cuando ingresé al IUNA (Instituto Universitario Nacional de las Artes) en el 2009. Resulta que cuando estaba en la instancia final, que hacés un monólogo, lo primero que me preguntaron antes de pasar a hacer el que yo había elegido, que era uno de (Alejandro) Urdapilleta, el jurado me preguntó si era la hija de Darío. Ahí el chiste era que tendría que haber dicho que sí para que me hagan pasar… Pero igual entré, aprobé todo. Fue un momento de mucha tensión porque hay pocos cupos en esa universidad. También me pasó con la hermana de él, con Sandra, un fin de semana, que yo estaba haciendo un móvil para C5N, en el Teatro de la Comedia, con Gabriel Rolón, y se me acerca una señora y me dice ‘Vos sos Grandinetti’, y nos pusimos a hablar y me contó que era la hermana. Me dijo que la familia es del sur de Italia, de Calabria. Creo que me dice de Catanzaro. Sus papás son del mismo lugar en el que nació mi papá. Así que algún parentesco tenemos que tener. Me da mucha curiosidad investigar eso y hacer el árbol genealógico. Me interesa lo que tiene que ver con la búsqueda.

—¿Estudiaste periodismo y actuación al mismo tiempo?

—Yo fui y les dije a mis papás que iba a estudiar actuación en la universidad: “Bueno, pero tenés que estudiar también otra carrera, solo actuación no”. Fue medio raro eso, pero hoy se los agradezco. Son carreras que no son totalmente opuestas. En definitiva elegí estudiar comunicación porque me parece que el arte también es comunicación. Es algo que siempre me gustó. A los 16 empecé a tomar clase de actuación con Gonzalo Urtizberea, el hermano de Mex. La suerte más grande que tuve es que el colegio me acompañó, se hacían muchas costas artísticas y con un grupo estábamos a cargo de las obras que después exponíamos. Hice el polimodal de Arte, Diseño y Comunicación. Ahí hacíamos cortos, programa de radio y todo eso me apasionaba. Estudié Licenciatura en Comunicación, porque me gustaba más que periodismo solo, y actuación. Las dos en paralelo, me volvía loca. Salía de mi casa a las 7:30 y volvía a las 23. En el medio de las clases hacía tiempo en la casa de una tía. Lo hice hasta que empecé a laburar en C5N.

—¿Alguna de las dos carreras te atrapó más que la otra?

—No sabría decirte. Hacer las dos carreras me gustó muchísimo. Cada una me aportó cosas distintas. Soy curiosa, me gusta saber de todo y en eso las dos carreras me sirvieron muchísimo. En aquel momento iba más contenta a estudiar actuación porque iba a jugar, era ponerle el cuerpo al asunto y eso me encantaba. Era mucha exigencia y eso también me gustaba y me sirvió.

—¿También te gusta la música y tocás instrumentos?

—A los 10 años empecé a tomar clases de canto con Marie Perticari, que hoy es coach del Cantando. Me decían que no podía estudiar canto y que tenía que esperar a que se me desarrollen las cuerdas vocales. Ya a los 8 había empezado con la guitarra. Me acuerdo que mi mamá me preguntó qué regalo de cumpleaños quería y yo le respondí un violín, un saxofón y una guitarra. Claro, ahí me dijo que primero no me podían comprar las tres cosas y que yo tampoco podía aprender a tocar las tres cosas al mismo tiempo. Elegí la guitarra, como la Sole. En ese momento me gustaba la Sole Pastorutti, aunque siempre me gustó todo tipo de música, siempre fui muy ecléctica, más con la música. Escuchaba Os Paralamas, Kin África, la Sole. Después me metí en un grupo en el Centro Cívico de Béccar, yo soy de Victoria, de San Fernando. Era un grupo de canto buenísimo.

—¿Te dedicarías profesionalmente a la música?

—En mi casa tengo un ovni drum, que es como un hang, un cajón peruano, unas maracas, tres ukeleles, en lo de mi mamá el acordeón de mi nono Luigi. Falleció cuando yo tenía 7 años y me abuela me lo dio porque soy la única de la familia que hace música. Antes me hacía dudar ser multitasking, pero ahora no. Me gusta aprender de todo más allá de que con algunas cosas voy a fondo y con otras no. Respondiendo la pregunta, sí, le voy a hacer lugar a la música porque estoy por comenzar a grabar canciones mías, en un estudio. Le tengo que agradecer a Fernando Isella, productor musical, es el hijo de César Isella, gran folclorista, número uno. Durante la pandemia me empezó a pedir que le mande cosas musicales, después de escucharme cantar. Le gustó y me dijo que lo tengo que compartir.

—¿A quién tenés como referente en la actuación?

—Siempre fui fan de los unitarios, de Locas de amor, que de ahí me parecen increíbles Julieta Díaz, Leticia Brédice, Soledad Villamil. Todas las actrices que pasaron por Mujeres asesinas me parecieron fabulosas, Celeste Cid. Una actriz internacional que amo, porque además de lo bien que actúa es una bomba, es Penélope Cruz. Ella es mi referente. El mundo Almodóvar me encanta también. Sería un sueño ser una chica Almodóvar. En segundo lugar Phoebe Mary-Bridge y Reese Whitherspoon. Esperando a la carroza me parece una de las mejores de Argentina y de ahí, China Zorrilla, Betiana Blum, actrices brillantes. Carla Peterson, Érika Rivas, Paola Barrientos, ese perfil. Fernando Peña, Antonio Gasalla.

—¿Y en periodismo?

—Es un poco más difícil. El periodismo puede darle voz al que no la tiene, y esa parte social me encanta. Me disperso, perdón. Siempre me llamó más la conducción, y siempre estuché a la Negra Vernaci, me gusta su estilo. Susana Giménez en la tele. Daniel Hadad es otro de mis referentes. Siempre me pareció brillante Débora Pérez Volpin, antes de ir al colegio miraba Arriba argentinos, programa en el que hoy trabajo. Se lo dije a (Marcelo) Bonelli y se emocionó. Miraba Caos en la ciudad, y eso que era re chica, y CQC también.

—Saliendo de lo público, ¿estás de novia?

—No estoy en pareja, vivo sola hace ya 10 años. Me gusta bastante estar sola, lo disfruto, pero hay veces que me doy cuenta de que es re lindo compartir con alguien. Entonces tengo como una contradicción interna. Disfruto mucho de la soledad, pero por otra parte, desde muy chiquita, desde que tengo uso de razón, tuve las ganas de ser mamá. Siempre supe que quiero tener hijos y eso está latente. De chiquita no jugaba con Barbies, jugaba con bebés y decía que eran mis hijos. Hoy no siento que me corra esa, pero me gustaría, quiero formar una familia y en un momento podría apostar a la pareja o ser madre soltera, viste que hoy en día se puede.

—Pasar de C5N a TN es como pasar de River a Boca. ¿Cómo lo viviste vos?

—Sí, los primeros momentos fueron duros. La cantidad de insultos que recibía en redes sociales, no te puedo explicar. La gente cree que uno lo hace porque sos de Boca o sos de River y no es así, yo no soy ni de Boca ni de River, soy Jimena Grandinetti, y punto. Soy una persona que trabaja y queda ahí. Lo que pasa que hay un daño muy grande que hicimos todos, porque lo hizo la sociedad, es esta famosa grieta, que dividió familias, que hace que los domingos no nos juntemos a comer la pasta y es re triste que pase en una familia. La grieta es algo de lo más feo que nos ha tocado vivir en la Argentina. Todos hacen cosas buenas y malas entonces, futbolísticamente, porque no rescatamos lo bueno que hace River, lo bueno que hace Boca, y unir fuerzas.

—¿A qué se debió el cambio?

—Es que la vida va cambiando. Es un pensamiento muy arcaico ese de quedarse toda la vida en un lugar. Nuestra generación tiene la posibilidad de ir mutando y cambiando hacia nuevos rumbos. Eso es lo más lindo y lo que nos mantiene vivo, el motor de saber que hay otras cosas. Estar en TN y en El Trece es una bendición. Me tratan súper bien, cuidada, acompañada, valorada, y eso no te pasa todo el tiempo. Acá me deja jugar. Me gusta llevar buenas noticias y eso es lo que hago. Lo trágico y lo duro del periodismo cada vez me cuesta más en este país.

—¿Cómo vivís lo que está pasando en Mujeres en tan poco tiempo?

—Arrancó muy bien la primera semana, pero arrancamos con una menos porque Roxy (Vázquez) tenía COVID, pero hasta ahí bien. Después se contagió Claudia Fontán y hubo modificaciones cuando nos aíslan al resto, a tan solo una semana de arrancar, cuando nos estábamos acomodando. Me parece que ahí se armó el lío. Pero es un caos, porque la pandemia es un caos en sí. Creo que sobrepasa cualquier laburo.

—En el nuevo formato buscan cantantes para el Cantado 2020, es tu palo, el de la música, poder aportar lo tuyo...

—No lo sé, porque también se valora la trayectoria de Teté (Coustarot) y Solita (Silveyra) que han tenido un recorrido importante, y además necesitan a alguien de la música para evaluar. Veremos qué pasa en estos días. Pero me genera empatía lo que está pasando con el programa y el lugar que le están dando a la gente.

—¿Sentís que en los medios se está dando el paso en busca de la igualdad entre hombres y mujeres?

—No me parece que se esté dando rápido, pero tampoco se está dando rápido en la sociedad. Lo bueno es que el género femenino ya no se calla y está empezando a tener más visibilidad. Pero me parece que el proceso va lento. Hay mucho por defender y por luchar. De todos modos se trata de paridad de género, no de igualdad, porque nunca vamos a ser iguales. Pero sí que seamos pares, que ganemos los mismos sueldos, que ocupemos los mismos puestos.

—Va a llevar un tiempo…

—Sí, va a llevar tiempo el proceso porque venimos de una cultura machista y un sistema patriarcal que… Y no sé si tiene que ver con la edad, sino con una cuestión álmica. Si tenés el alma evolucionada o no. Veo que acá también se cae en la grieta, como si no fuera mucho con la política, también hay grieta de género. Es terrible.