Nacional, Thursday 24 de December de 2020

De ocho equipos semifinalistas en las Copas Libertadores y Sudamericana, cinco serán argentinos. Un panorama muy diferente a aquel que imaginábamos cuando nuestro fútbol volvía después del resto tras el receso por la pandemia.

El fútbol volvía en todo el continente y en nuestro país nadie parecía apurado salvo los jugadores (algunos se animaron a decirlo públicamente y otros no) y la mayoría de los entrenadores. El día que Conmebol anunció el regreso de la Copa Libertadores y fijó fecha para ese retorno, nos agarramos la cabeza todos.

Algunos más pesimistas, entre los que me incluyo, entendíamos que avanzar en las competencias internacionales ante equipos que habían sacado dos meses de preparación era improbable. Lo asumo porque lo dije convencido en ese momento. Es más, afirmé que lo único que podía despertar alguna ilusión entre los nuestros era el espíritu competitivo y el orgullo del jugador argentino y la capacidad manifiesta de nuestros entrenadores.

El arranque no pudo ser más auspicioso. Racing perdió mereciendo ganar su primera vez post cuarentena, River empató en el Morumbí porque se hizo dos goles en contra, Boca pasó por arriba a Libertad en Paraguay y Defensa y Justicia sumó tantos puntos que casi pasa a Octavos y terminó tercero en su grupo por codicioso.

A continuación, la reanudación en la Copa Sudamericana también nos trajo hazañas deportivas ante equipos que venían con mucho menos parate y más rodaje. Nada de eso pesó. Vélez, Lanús, Independiente y el mencionado Halcón de Varela fueron subiendo escalones. El Rojo quedó afuera con el Grana; uno solo podía pasar.

Estamos esperando por la revancha del miércoles para saber cuál de los dos, Racing o Boca, pasa a las semifinales de la Libertadores. La certeza es que será argentino el rival de Santos. Del otro lado está River preparándose para Palmeiras. Y en la Sudamericana están Vélez y Lanús de un lado y Defensa contra Coquimbo (Chile) del otro. Juntando a los 8 semifinalistas, 5 son argentinos. Una bestialidad. Me animaría a llamarlo “hazaña”, pero no quiero que se enojen por mi emoción.

Es inevitable preguntarnos por qué hay tanta supremacía a nivel continental de los clubes argentinos. Lo primero que debemos destacar es que los cuerpos técnicos de nuestro fútbol están absolutamente profesionalizados, sin espacio para la improvisación y con especialistas que se capacitaron para ser parte de la élite. Los futbolistas estuvieron 6 meses sin competir, una eternidad. Comprobaron involuntariamente cuánto deben aprovechar de una carrera tan fugaz como inestable. Se mostraron responsables en el entrenamiento, voraces en la competencia, amateurs en el valor que le dan a la gloria que buscan.

En este tiempo, los que buscan contratos grandes eligen otros destinos, cualquiera ofrece mejores condiciones que nuestro país. Los que se quedaron, lo hicieron porque priorizaron la trascendencia deportiva que muchas veces trae mejores réditos a los más pacientes. Los argentinos tenemos fama de creernos los mejores, muchas veces hasta lo gritamos. La pedantería nos cerró más puertas que las que nos abrió, la altanería nos generó enemigos innecesarios, caemos antipáticos simplemente por el tono que usamos. Tantas veces afirmamos que somos tan buenos como los mejores sin serlo realmente...

No han habido grandes injusticias en las clasificaciones a estas instancias. Los que llegaron lo hicieron merecidamente, imponiendo sus virtudes de local o visitante, indistintamente. A riesgo de que alguno se ofenda o enoje, los nuestros son los mejores. No serán los que más ganan, ni los que mejor se comportan, ni los que vienen a buscar desde Europa por este presente. Sin embargo, lo que podemos asegurar es que corren más que nadie, se le animan a cualquiera y nadie sueña más que ellos. Por eso somos tan buenos. Por eso nos creemos los mejores.

 

Gastón Recondo