Misiones, Tuesday 23 de March de 2021

Frente a la dificultad que conlleva bajar esos kilos de más, aparecen soluciones “fáciles” para doblegar el sobrepeso y surge la tentación de falsas salidas que prometen resultados inmediatos, en su mayoría con un alto costo para la salud

Casi desde que hay registro de la historia, por que hay datos de los antiguos egipcios, los seres humanos hemos hecho cosas para mejorar nuestra apariencia, para mejorar en ojos de algunos, pero en fin para cambiar la apariencia que tenemos, para ser más atractivos seguramente, no para ser menos atractivos salvo un ejemplo. Hay tribus y grupos humanos que se han estirado la cabeza con una especie de plancha como están viendo en este momento. Están unas tribus tailandesas que se han estirado el cuello, al punto tal de que, si se lo sacan, se ahogan.

Otros se han estirado el labio, pero eso era para que no se los llevaran los esclavistas, aparentemente porque quedaban horribles a la vista de un occidental. Después vinieron los corsets, para la cintura, que provocaban problemas en el hígado, rotura de costillas, constipación, várices, una cantidad de problemas bastante grandes. Y también el tema de los pies. Los chinos vendaban los pies para que quedaran chiquitos, hacían un verdadero desastre. Yo llegué a ver hace muchos años mujeres chinas de avanzada edad pero que apenas podían caminar.

En el mundo occidental, usaban esos tacos aguja de 8 o 10 centímetros, que también producen muchas veces dedos de martillo, juanetes y dolores de distinto tipo. Con respecto a la silueta, la cosa fue cambiando en la historia. Pero se viene de las tres gracias, que serían unas chicas consideradas con un poquito de sobrepeso, La Gioconda, también con sobrepeso. Y fue cambiando la moda hasta que llegó la década del 60, con Twiggy, que era una modelo muy flaquita que apareció más o menos en la época de la Barbie.

Y ahí apareció la locura por la delgadez y la locura por las dietas. La dieta de la Luna, si a uno le gustaba la parte aérea, la dieta del astronauta, la dieta de la Fuerza Aérea. Si a uno le gustaba lo natural, el vinagre, el jugo de limón, el de pomelo. Si a uno le gustaba lo oriental, la dieta del Yin y el Yan. En fin, una cantidad de dietas mágicas que lo único que hacen es postergar la toma de decisiones con respecto a lo que uno quiere hacer y no tomar la decisión y hacer un cambio en serio.

Frente a la dificultad que conlleva bajar esos kilos de más, aparecen soluciones “fáciles” para doblegar el sobrepeso y surge la tentación de falsas salidas que prometen resultados inmediatos, en su mayoría con un alto costo para la salud.

Esa necesidad que tienen muchas mujeres y hombres por obtener resultados rápidos y sin esfuerzos lleva a que abunden propuestas sin fundamento científico que lo único que les interesa es el rédito económico. Los tratamientos “mágicos” se pueden clasificar en productos “naturales” y dietas de moda.

Entre los productos “naturales” más conocidos se encuentran los preparados en los que se utilizan fórmulas en las que se incluyen desde raíces y hojas de plantas hasta potentes fármacos. No solo no son naturales, sino que pueden ser potencialmente peligrosos. Entre ellos podemos citar: poderosos diuréticos, laxantes, tiroides, sedantes y anorexígenos, y en algunos casos aparecen combinados.

En el caso de las dietas de moda, no tienen ninguna base científica sobre las que sustentarse y prometen una solución rápida y sin ningún esfuerzo con lo que pueden conducir al desaliento, al rebote y a deficiencias nutricionales.

Entre las más frecuentes y conocidas aparecen las basadas en la reducción total de hidratos de carbono, las disociadas, las ricas en hidratos de carbono, las proteicas y las de muy bajas calorías.

Debo reconocer que sí hay un enfoque mágico si uno quiere cambiar su aspecto o su alimentación. El momento mágico es aquel en el que uno decide dejar de buscar por ese lado y empieza a buscar un cambio en serio.

*El doctor Alberto Cormillot es un reconocido médico argentino especialista en obesidad, educador para la salud, escritor y conferencista. Fundó y dirige la Clínica de Nutrición y Salud que lleva su nombre, Dieta Club, la Fundación ALCO (Anónimos Luchadores Contra la Obesidad) y el Instituto Argentino de Nutrición, desde donde asesora a industrias para la elaboración de productos dietéticos y saludables.