El secretario de Industria, José Ignacio de Mendiguren, la empresaria industrial Carolina Castro y el economista Bernardo Kosacoff realizan un balance sectorial de este año. Lo bueno, lo malo, el sector estrella y las oportunidades.
La industria cerrará 2022 con los mayores niveles de producción desde 2017, la tasa de inversión más alta de los últimos diez años y el empleo con 21 meses de alzas intermensuales consecutivas. Dentro del balance del año, son algunos de los puntos positivos que destacan en la Secretaría de Industria, a cargo de José Ignacio de Mendiguren, y ponderan al sector automotriz, como uno de los “símbolos” a replicar.
Sin embargo, la parte negativa del balance incluye la desaceleración de la actividad en los últimos meses, la falta de dólares para el abastecimiento de insumos y una macroeconomía volátil como “el problema mayor” y sin solución de los problemas sistémicos. Así surge del análisis de las luces y sombras que destacan la empresaria industrial Carolina Castro, referente de la UIA, y del economista Bernardo Kosacoff, profesor de la UBA y UTDT y ex director de la Cepal.
Luces y sombras
En la Secretaría de Industria destacan los números de actividad: en el acumulado hasta noviembre, la producción registra un crecimiento del 5,3% interanual, y 12% contra 2019, con la capacidad instalada casi en 70%. Celebran el dato anticipado del informe del CEP XXI que indicó que en noviembre hubo una suba intermesual del 1,2%, luego de varios meses en caída. “Desde el inicio el objetivo fue ordenar las cuentas públicas, sosteniendo el nivel de actividad y el empleo”, aseguró De Mendiguren.
En la misma línea, Castro, directora de la autopartista Industrias Guidi, analizó: “La actividad se recuperó, pero en noviembre estamos empezando a notar una desaceleración en algunos sectores. También es positivo que logramos recuperar puestos de trabajo, pero lamentablemente faltan más de 100 mil empleos para llegar al máximo del 2013”. Hasta septiembre, la industria manufacturera sumó 51 mil nuevos puestos de trabajo.
Otro de los datos que se resalta a nivel oficial es el de inversión, con la tasa más alta de los últimos diez años, en torno al 22% del PBI, siendo el componente de la demanda que más creció frente al 2021 y 2019. Sobre este punto, Castro afirmó que “no es posible sostener estos niveles sin financiamiento”.
“La inversión, facilitada por un tipo de cambio apreciado, es una buena noticia, pero no es lo suficientemente fuerte para una dinámica de cambio estructural, con poco en investigación y desarrollo”, agregó.
Para el economista más de la mitad del aparato productivo está ajeno a la industria 4.0, trabado por el financiamiento, la falta de recursos humanos y la necesidad de infraestructura digital.
Problemas sistémicos
Como problemas coyunturales, los tres expertos en temas industriales hablan de la falta de dólares. “Es sin duda la mayor dificultad de hoy, la decisión es que cada dólar disponible tenga un destino productivo”, afirmó De Mendiguren.
Castro agregó: “El acceso a divisas para asegurar los insumos para producir e invertir es una incertidumbre hacia adelante, afortunadamente en las últimas semanas el sistema fue liberando, pero seguimos sin saber qué esperar en 2023, el sector necesita negociar con proveedores extranjeros o definir inversiones que requieren dólares”.
“Lo principal es resolver cuestiones que nos saquen de esta macroeconomía volátil a la que nos acostumbramos en las últimas décadas, lo que incluye reducir mes a mes la inflación, porque los empresarios tuvimos que desempolvar los manuales de supervivencia en inflación porque es todo un desafío fijar precios cuando no hay certidumbre del costo de reposición”, detalló Castro.
Kosacoff coincidió que el problema mayor es la macroeconomía, con múltiples tipos de cambio que generan “distorsiones” y falta de incentivos de largo plazo.
Además, en Industria resaltaron como un problema para la industria la caída del poder adquisitivo del salario. “En el mercado interno se dan los procesos para generar las ventajas competitivas dinámicas, porque antes de exportar, ahí es donde se dan los procesos de aprendizaje para luego poder llegar a las mejores prácticas internacionales”, explicó Kosacoff.
Pero además de lo coyuntural, Kosacoff consideró que siguen sin resolverse problemas sistémicos: “La industria tiene serios problemas de infraestructura y costos de logística elevados, alta presión impositiva y un mercado de trabajo fraccionado, con una Argentina dividida en tres, donde una parte informal está excluida”. Castro también pidió resolver la cuestión tributaria “porque no se le puede pedir al sector formal que tribute más, porque el informal no para de crecer”.
Oportunidades
Ante la consulta de qué sector industrial destacaría en el 2022, De Mendiguren se refirió al automotriz. “Fue uno de los mejores, porque cambió el modelo, está más orientado al mercado externo, obtuvo una ley que salió por consenso del Congreso y simboliza muy bien lo que deberían replicar otros”. Con casi 500 mil unidades producidas, presenta los niveles más altos desde el 2015, mientras que las exportaciones alcanzaron niveles máximos desde el 2014.
Además del automotriz, Kosacoff se refirió a la industria en el sector energético. “No solo por los aumentos de la producción, sino por la mejora en la productividad, con niveles de eficiencia similares a Estados Unidos”. De hecho, la disponibilidad de recursos energéticos implicará una oportunidad para la industria: “Hay una oportunidad única de desarrollar industrias intensivas en energía, por ejemplo un caso como la empresa Dow, que pueda expandir la producción de petroquímicos, lo que agregará a la generación de valor, empleo y divisas”. En la misma línea, De Mendiguren agregó: “Una política de fondo que estamos concretando es la infraestructura para la energía, sobre todo en gas, que por muchos años dará precios muy buenos para la industria y aportará mayor competitividad”.