El personaje de Adolf Hitler siempre cobra relevancia en las campañas electorales de la Argentina. El objetivo es deslegitimar a algún candidato. En este caso, el elegido fue Javier Milei. Básicamente, la idea es que, como Milei aboga abiertamente por el libre mercado, entonces es de derecha, y en consecuencia debe tener alguna similitud con Hitler, que representó la ultra derecha en la Alemania de mitad del siglo XX.
La idea de que Hitler encarnaba los intereses de la burguesía y representaba el sistema capitalista fue uno de los mitos históricos más instalados durante el siglo XX. En realidad, todo el aparato ideológico de Hitler, y su accionar consecuente, descansó en la lucha contra la burguesía y el “capital internacional” (cuya cara era, en su visión, el pueblo judío). Hitler pensaba que el ánimo de lucro y la ambición por el dinero estaban debilitando las bases morales de Alemania. Probablemente, la causa de Hitler no habría ganado tanta popularidad entre las masas (incluida buena parte de la clase media) si no la hubiera categorizado como una batalla contra el individualismo y la economía de mercado.
En el Tercer Reich, la propiedad privada era una suerte de concesión por parte del Estado. El mercado no era libre, sino profundamente dirigido, y las decisiones de los empresarios tenían que ser autorizadas por el gobierno, en la convicción de que la política debía tener una prioridad absoluta sobre la economía. Hitler concebía su proyecto como mucho más que un programa de gobierno. Se trataba de “purificar” la especie humana. La creación del “hombre nuevo”, tan popular en la ideología marxista, era también una ambición del nazismo, aunque en la ideología nazi este objetivo se lograría incrementando la proporción de lo que Hitler consideraba las “razas superiores”. Por eso la economía no podía ser libre: tenía que estar al servicio de tales metas.
D.H. Sesselman, presidente del Partido Nacionalsocialista (el partido nazi) fue categórico al respecto cuando aseveró: “Nosotros somos completamente de izquierda y más radicales que los bolcheviques…Somos nacionalistas, pero no filo-capitalistas”. Esta declaración cobra sentido cuando consideramos los puntos programáticos del partido, entre los que figuraban estatizaciones, expropiaciones y reformas de la propiedad territorial, entre otros.
En Lenin y Hitler: los dos rostros del totalitarismo, el italiano Luciano Pellicani aporta fuentes de Jospeh Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich, que se orientan en el mismo sentido. Goebbels resumió el programa del nazismo diciendo: “El futuro es la dictadura de la idea socialista del Estado”. Asimismo, en una revista de difusión del ala izquierda del partido nazi, dirigida por Otto Strasser, Goebbels declaró: “Nosotros somos socialistas… enemigos del actual sistema económico capitalista con su explotación de los económicamente débiles, con su desigualdad en los sueldos”.
El objetivo de Hitler era el control de la economía (de la riqueza, de los salarios, de la fuerza de trabajo, de los precios, etc.), entendido como la sujeción de la vida empresarial a las metas del partido nazi. Hitler no suprimió el mercado en su totalidad. Pero inferir de ello que abogaba por una economía libre es absurdo, así que también lo es equipararlo con cualquier candidato que se diga liberal o libertario.
Ezequiel Spector- Profesor de la Facultad de Artes Liberales (Universidad Adolfo Ibáñez)